A lo largo de nuestra vida, nuestro cerebro se transforma de manera constante. La experiencia y el entorno modifican los circuitos neuronales y regulan la expresión de nuestros genes. Nuestro cerebro es fundamentalmente un órgano adaptativo. Se denomina “neuroplasticidad” a la capacidad del sistema nervioso para modificarse o adaptarse a los cambios. Este mecanismo permite a las neuronas reorganizarse al formar nuevas conexiones y ajustar sus actividades en respuesta a nuevas situaciones o a cambios en el entorno.
Así, la neuroplasticidad cuestiona un dogma que existía previamente por el cual se creía que el sistema nervioso era una estructura rígida e inmodificable. Esta creencia postulaba que se nacía con una cantidad predeterminada de neuronas y estas se conectaban entre sí de una manera para siempre- Este concepto existió durante mucho tiempo hasta que diversos experimentos mostraron que el sistema nervioso tiene la capacidad de modificarse y cambiar incluso en la edad adulta. Tanto es así que en la actualidad se ha demostrado se producen nuevas neuronas en algunas regiones del cerebro adulto de distintas especies.
Fernando Nottebohm, investigador argentino que trabaja en Nueva York, probó que el repertorio de cantos de los canarios, que varían según la época del año, responde a los cambios que se van produciendo estacionalmente en distintas poblaciones celulares de su sistema nervioso; y que esto sucedía porque se generaban nuevas poblaciones de neuronas. Las investigaciones de otro científico argentino, Alejandro Schinder, del Instituto Leloir, aportaron otro concepto importante: estas nuevas neuronas tiene, además, la capacidad de integrarse perfectamente en circuitos ya existentes y ser funcionales. Es decir, imitan el comportamiento de las neuronas vecinas y así logran cumplir su misma función.
La neuroplasticidad existe en diferentes niveles: en el molecular, en el celular y en el de las conexiones de las células del sistema nervioso entre sí (circuitos). Uno de los desarrollos fundamentales de la plasticidad se da en el plano de la conexión entre las neuronas (la denominada “sinapsis”). La plasticidad sináptica es la capacidad que las neuronas tienen para alterar su capacidad de comunicación entre sí. Cada vez que nos enfrentamos a una nueva pieza de información que debemos almacenar en la memoria, se generan nuevas sinapsis, se fortalecen otras, algunas se debilitan y otras se podan. Este proceso representa un mecanismo evolutivo fundamental de aprendizaje, presente en organismos básicos como la aplysía (un molusco) y complejos como nosotros los humanos.
También evidenciamos plasticidad cerebral en el nivel de los grandes circuitos: si un hemisferio cerebral se lesiona, el hemisferio intacto puede-a veces- llevar a cabo algunas de las funciones de su par afectado. Esto sucede porque se desenmascaran conexiones de circuitos neuronales preexistentes, pero que eran poco funcionales hasta ese momento. El cerebro es capaz, así de compensar parcialmente el daño al reorganizar y formar nuevas conexiones entre neuronas intactas.
Es evidente que la neuroplasticidad constituyó uno de los principales mecanismos a través de los cuales las especies fueron evolucionando a lo largo del tiempo, y se adaptaron a los cambios del entorno más allá de aquello que estaba predeterminado genéticamente.
(Facundo Manes y Mateo Niro. Usar el cerebro. Editorial Paidós. Barcelona. 2015)